martes, 11 de febrero de 2014

Sólo verte.

Con sólo verte, se me enciende el cuerpo. Me lleno de nervios, de adrenalina. Es poco decir que cuando añades una sonrisa me derrita por dentro. Se me dispara el corazón, la sangre me hierve y saco una sonrisa de oreja a oreja. Hacía mucho que no experimentaba esa sensación. Me gusta. Sí. De hecho me gustaría verte todas las mañanas.
Después nuestras miradas se separan y ya no hay nada. No queda nada. Mi cuerpo intenta relajarse pero se pone tenso y tosco. Siento que vuelvo a necesitar tu mirada. Pero no la encuentro. Y lo único que vuelve es el dolor. Dolor por no aparecer escrito tu nombre en las páginas de mi vida.

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